El Himno Nacional Argentino fue compuesto durante el proceso independentista, cuando las ideas referidas a la emancipación, a la patria, a los conceptos de nación y soberanía se imponían para ser discutidas entre los integrantes de las esferas políticas y sociales. Se trataba entonces de una época intensa que demandaba unificar criterios para consolidar un espíritu patriótico y que éste a su vez contribuyera a la liberación definitiva del pueblo argentino respecto del dominio político y económico de la Corona de España. Una de las posibles vías para lograr estos objetivos emancipatorios era incluir un símbolo patrio que identificara al pueblo argentino.
Los primeros intentos por incluir oficialmente una canción o marcha patriótica fueron efímeros y no lograron la repercusión e identificación necesarias. El 6 de marzo de 1813, la Asamblea General Constituyente realizó una nueva convocatoria. Para esta ocasión, el entonces diputado Vicente López y Planes presentó una propuesta que resultó aclamada y unánimemente aprobada por los congresistas. La musicalización de la letra se confió a Blas Parera. El 11 de mayo del mismo año la obra fue sancionada como oficial.
A partir de entonces, se desató una polémica en torno a la obra, pues era considerada demasiado extensa como para ser ejecutada en cada acto institucional o público. El 30 de marzo de 1900, se decretó la ejecución parcial del himno, es decir, una versión en la que sólo se ejecuta la primera y última cuarteta y el coro. Fuera de esto, la cuestión del ritmo, la armonía y la extensión del himno no terminó sino hasta el 14 de abril de 1944, fecha en que por fin quedó establecida la versión definitiva a través del Decreto 10.302, el cual establece como oficial la versión compuesta por la letra de López y Planes, la musicalización de Blas Parera y el arreglo de Juan P. Esnaola.